Por Nelson Marte
Desde su poder de jefe de estado y de gobierno, Danilo Medina ha decidido integrarse a la campaña de sus candidatos municipales, congresuales y presidencial, poniendo el curso institucional del país a merced de sus arrebatos e impenitente pretensión de seguir “a caballo”.
Metiéndose él en las campañas, en abierta violación a la Constitución en diferentes articulados, las leyes de Función Pública, Electoral y de Partidos, además del irrespeto de su investidura ante la sociedad y la comunidad internacional, para tratar de decidir con su poder fáctico y los recursos públicos en favor de su partido y candidatos, el Presidente le está dando toda la razón a su actual archirrival, Leonel Fernández, de que el mandatario es un político cuya ambición no reconoce límites.
Que con tal de intentar materializar lo que cree una predestinación no se sabe dictada por cuáles dioses, querría imponer su continuidad en el poder incluso al precio de desencarrilar la gobernabilidad, el orden institucional del país, y de acabar de “desguañangar” la economía.
Ya la mayoría de la sociedad ha rechazado su continuación en el poder, cuando: i) a 5 meses de instalarse por segunda vez como Presidente se produjo la telúrica primera Gran Marcha Verde, y sus réplicas, contra la corrupción y la impunidad.
II) Al retirar del Congreso, asediado por el rechazo político y social, la versión del proyecto de Ley de Partidos Políticos que decretaba elección abierta de candidaturas en todos los partidos, con la obvia finalidad de incidir en favor de sus intereses políticos en esos procesos.
III) Cuando tras un silencio de tres años tuvo que desestimar su pretensión de aprobar una reforma constitucional reeleccionista, reconociendo que pese a haberlo deseado desistía por la oposición maciza de los partidos y la sociedad, con Luis Abinader llegando a encabezar una marcha al Congreso emplazando a que no se introdujera la reforma.
Escribí en varios artículos, de buena manera, que la reelección era imposible porque -cual temerario trapecista- tenía que dar el triple salto mortal de imponerla en su partido sin que se dividiera, volver a comprar la reforma en el Congreso, e imponérsela al pueblo.
El rechazo al continuismo ha quedado patentizado en tendencia ascendente, en un 80% de la encuesta Gallup-Hoy en abril y un 91% en la difundida la semana pasada por Bernardo Vega, con el electorado clamando en masa un cambio en la conducción del país.
La campaña publicitaria de más de dos dígitos que cada día se gasta el gobierno en publicidad, alabando su gestión, el asordinamiento mediático, el caliesaje intimidador contra todo el mundo, y las bocinas pagadas descalificando y desacreditando a la oposición y a personalidad independientes no han logrado contener la caída del continuismo, “cuesta abajo en su rodada”.
En votos populares el PLD resultó dividido por la mitad en las primarias del 6 de octubre, Waldo Ariel Suero y los opositores le acaban de ganar las elecciones del Colegio Médico con un 70%, el Quisqueya se viene abajo cuando algunos vocean #ElCambioVa #elpldseva!, Eduardo Estrella recibió una ovación en un acto del sector privado en Santiago, mientras al pobre Julio César Valentín lo aplaudieron tímidamente, para cumplir una formalidad. Y se extiende la mala maña, que viene de Nueva York, de acosar a los peledeístas estigmatizándolos de corruptos.
¿Qué pretende el presidente Danilo Medina, tratando de forzar el mingo?
Hay 3 declaraciones del PLD en apenas días: a) que no le importa que el voto sea o no electrónico; b) que no se opone, y c) que lo apoya ¿por ahí viene el intento de tumbe del generalizado rechazo?
No vaya el lector a pensar que me la tengo cogida con el presidente Medina. Mi problema es con el continuismo. Hice pública mi renuncia de importantes cargos en el PRD, inmediatamente apoyó la reelección.
De hecho, el 24 de agosto de 2014, le escribí al Presidente en el periódico Hoy el artículo “No se encarame en ese tren, Presidente”, sugiriéndole no seguir el fatal derrotero de otros presidentes continuistas. De buen modo le expuse: “Usted es joven, y va dejando un legado presidencial de respeto y popularidad que lo proyectan a continuar su obra en un futuro mandato, sin mancillar la Constitución”.
Tengo razones para tener afecto personal a Danilo, entre ellas haber compartido con él la amistad de amigos entrañables, como mi difunto compadre Cheché Luna, quien murió en Puerto Plata sirviéndole.
Pero no puedo dejar de preguntarme ¿Qué puede pretender el Presidente, cuando por voluntad popular él, su penco y cualquier fórmula que invente el PLD ya tienen declarado un rechazo abrumador del pueblo que quiere un cambio de la forma de gobernar y hacer política de su partido?
Desde el 20 de enero de 2017, a un mes de conocerse la estafa Odebrecht y dos días antes de la gran Marcha Verde, y en muchas otras ocasiones escribí que la vereda del continuismo del PLD estaba cerrada, y lo mejor para el país, para el presidente Medina, su familia y más cercanos colaboradores, es que él empiece a organizar, con tiempo y tranquilo, la entrega del poder al próximo Presidente. Lo demás, digo ahora, es monte y culebra.